Siendo esta mi primera entrada debiera advertirles que no esperen encontrar aqui ningún tipo de respuesta a preguntas existenciales ni mucho menos perfección en los accidentes gramaticales, tal cual Gabo estoy en una constante pelea con la más pura gramática y me deslindo de toda responsabilidad o malentendido en la verborrea que se desprenda de mis dedos autorizada por mi cerebro.
Empecemos con una nota casual, sin formalidades ni remilgos de la lengua que como verán será lo común en todo lo que escriba. Quiero contarles algo de mi, me averguenza un poco decir que con 29 años de vida, aún no he alcanzado a leer más de 150 libros y es que mi pasión por la lectura no encontró cauce hasta entrados los veintitantos. Reconozco que desde que recuerdo me ha gustado leer, pero la vida se ocupó de que no pudiera entregarme 100% a tal deleite. Como amantes caprichosos, los libros se escabullían al menor de mis avances, y el hecho era que mi interes por las páginas se veía opacado por la pura presión adolescente. Mis años mozos no contribuyeron para nada a cultivar mi acervo cultural, ya que a mis 16 años era una locura apasionarse por los libros y manifestar algún tipo de fascinación por El Quijote o admirar la desnudez literaria de G.G. Márquez era un suicidio social.
Gracias a Dios, encontré mi verdadero camino y he estado tratando de recuperar el tiempo perdido, finalmente me he dejado llevar por mi amor desmedido por la lectura y he entregado mis horas de ocio al menos ingrato de los placeres. Claro está que a veces debo equilibrar entre mis compromisos sociales y mi amante secreto, trato de hacerlo lo mejor que puedo, no olvidemos que además soy madre y mi retoño necesita y merece toda mi atención.
Lastimosamente no estoy leyendo en ningún orden en específico, con ninguna medida o estructura, leo porque me gusta, porque encuentro maravillas en la prosa que no encuentro en ninguna otra parte, leo porque me transporto y vivo a través de cada línea los sentimientos que se quisieron transmitir. Leo porque así la vida es más fácil, y no tengo que convecerlos de esto si han llegado hasta esta línea es porque alguna vez se han sentido igual. Si aún no han caído bajo los embrujos de un buen libro los exhorto a que se dejen atrapar, seducir, enamorar por la belleza de la palabra escrita.
Antes de terminar, sólo me queda decirles de mi que sufro una pequeña ambivalencia, y es que a pesar de que amo a mi planeta, único y hermoso, aún no puedo defender el uso de los libros electrónicos. El tacto de las páginas entre mis dedos, el olor de un libro, a muy viejo o a muy nuevo, es algo irremplazable. Ver a mis consentidos uno a lado del otro, todos al alcance de mi mano, y confieso que me encanta pasar los dedos por los lomos de mis libros, es un placer que no cambiaría por nada. Tendré que encontrar otras maneras de salvar los bosques porque hasta el día que impriman el último libro en papel, me apego a mi elección y en ese entonces creo que buscaré como posesa quien satisfaga la adicción de mi tacto bendecido por el papel.
Les adelanto que estoy leyendo Chiquita, premio Alfaguara 2008, de Antonio Orlando Rodríguez y tengo más de tres meses tratando de terminar El Imperio de las Zarzas de Philip Hensher (libro que ha resultado ser una piedra en mi camino..). Cuando termine con ambos les paso el dato. En otras entradas trataré de resumirles poco a poco los libros que he leído, las impresiones que dejaron en mi, incluyendo alegrías y decepciones.
Hasta la próxima y que tengan una buena lectura
Marieru
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