Título: La casa de las bellas durmientes
Autor: Yasunari Kawabata
Páginas: 122
Formato: Tapa blanda con solapa
Editorial: Emecé
Yasunari Kawabata (1899-1972) fue el primer
japonés en ganar el premio Nobel de literatura (1968), reconocido por su sensibilidad
y narrativa poética.
"La inconmensurable extensión del sexo, su insondable profundidad, ¿qué parte de ella había conocido Eguchi en sus sesenta y siete años? Y en torno a aquellos ancianos nacía constantemente carne nueva, carne hermosa, carne joven. ¿Acaso la nostalgia de los tristes ancianos por el sueño inacabado, su pesar por los días perdidos sin haberlos tenido jamás no eran el secreto oculto de esta casa? Eguchi había pensado que las muchachas que no se despertaban daban una perpetua libertad a los ancianos. Dormidas y mudas, decían lo que los ancianos deseaban."
La historia. Con sesenta y siete años, Eguchi se ha dejado llevar
por la curiosidad y se ha animado a visitar una casa clandestina donde puede
pasar la noche a lado de hermosas mujeres narcotizadas. Las jóvenes virginales despiertan, en el
marchitado corazón de Eguchi, recuerdos que creía olvidados y le hacen
reflexionar sobre sus relaciones con todas las mujeres de su vida, sobre el
amor y la lujuria contenida.
Mi opinión.
La casa de las bellas durmientes es la quinta novela que leo del autor y
debo decir que, después de un rato se hace difícil reseñar su obra sin utilizar
siempre la palabra poesía o sin decir que los autores japoneses tienen en común
ese toque de magia en su narración. Como
algo irreal.
Eguchi y las bellas durmientes representan los
lados contrarios de una moneda. El viejo
Eguchi es la soledad, los tiempos perdidos y la tristeza ante lo inminente. Las
bellas son la vida, la promesa del mañana y tiempo por gastar. En ambos se manifiesta la sensualidad y el
deseo, pero solo de uno de ellos es consciente de la caducidad de ambas cosas.
Eguchi y los demás ancianos que visitan ese
lugar soñado, donde vuelven a sentirse jóvenes y experimentan el calor humano
sin miedo a ser juzgados, buscan un analgésico que les calme la desolación que
se ha apoderado de sus almas. En este
sentido, la prosa de Kawabata es inevitablemente melancólica.
Estas vírgenes dormidas no son más
que muñecas vivientes que se doblan al antojo de Eguchi. Este anciano que carga la soledad en el alma,
a pesar de tener tres hijas y esposa, siente la necesidad de conectarse con
estos cuerpos que, a pesar de estar narcotizados, parecen que beben de un
manantial de vida que está vedado para él.
Sus ansias de alcanzarlas, allá donde las llevan sus sueños, lo hacen rayar en lo repulsivo, pero no es más que curiosidad y lo admito, un poco de
gratificación erótica (sin llegar al acto sexual).
La novela es toda Eguchi y sus elucubraciones
de la vida y la muerte, tal vez eso sea con lo que no he conectado. Puede que no me vea como una vieja de setenta
años buscando jovencitos narcotizados para que calmen mis ansias de compañía. Para eso están los libros.
Ésta es la que menos me ha gustado de las
novelas de Kawabata, pero es casi imposible distanciarse del estilo narrativo
del autor. Gabriel García Márquez la
tomó de inspiración para Memorias de mis putas tristes, de hecho, la primera
página de MDMPT cita las primeras líneas de La casa de las bellas durmientes. La de Gabo tampoco me gustó tanto.
¿Han leído al autor? ¿Tienen algún autor o libro japonés que recomendar?
Hasta la próxima y que tengan buenas lecturas.
Marieru
Este lo tengo pendiente, ando con ganas de leer a Kawabata desde hace tiempo =)
ResponderEliminarBesotes
Hace poco leí Lo bello y lo triste y no es que no me gustara, pero no fue exactamente lo que esperaba. Al final voy a empezar a creer que los autores japoneses solo logra convencerme totalmente Murakami.
ResponderEliminarUn beso!!