C.C. Humphreys. Vlad La última confesión del conde Drácula

C. C. Humphreys es un actor, guionista y novelista británico nacido en Canadá. Ha publicado novelas de aventuras históricas y algunas de literatura joven adulto, o como se le conoce YA (Young Adult). Como todavía no me ha dado la obsesión por el género joven adulto (más que nada literatura de fantasía) la novela de Humphreys que voy a reseñarles es ‘Vlad. La última confesión del conde Drácula’.

Valaquia, 1481. Es aquí donde empieza nuestra novela, el conde Horvathy está decidido a limpiar el nombre de la otrora respetada ‘Orden del Dragón’ y para ello ha reunido a las tres personas más cercanas al conde Drácula (Dracul-a: Hijo del dragón) para que le ayuden a esclarecer las razones tras las acciones del empalador de Transilvania. Las personas encargadas de dar a conocer al verdadero hombre tras la leyenda serán: Ion Tremblac, antiguo caballero y amigo más cercano de Vlad, quien llevaba años prisioneros en una mazmorra en la cual ni ponerse de pie podía, Ilona Ferenc, la amante del conde Drácula y pudiera decirse su único amor terrenal y por último el hermano Vasilie, un ermitaño antes padre que hizo de confesor del conde. Cada uno a su manera conoció una parte de la vida de Drácula que forman parte del rompecabezas de su intimidante personalidad. Son testimonios sorprendentes por su crudeza y por su contenido de drama humano, algunas veces desgarradoramente descriptivos (las historias de los empalamientos) y otras veces enternecedores (la capacidad de amor de los personajes hacia una persona mentalmente conflictiva como Drácula).

Con los testimonios de los tres comienza la historia de una leyenda, pero no la verdad distorsionada de Bram Stoker que ni siquiera puso pie en Transilvania, si no de una persona que investigó profusamente y llegó a los lugares que tenía que llegar. Los relatos comienzan cuando Vlad y su hermano menor Radú son entregados como rehenes a las manos de Murad II, sultán otomano, como parte de las negociaciones para que no atacaran Valaquia. Como rehén político, Vlad y su hermano, así como muchos otros príncipes que se encontraban rehenes, tenían derecho a una buena educación y a un trato decente hecho que no desaprovechó Vlad pero luego de un enfrentamiento con el hijo del sultán (Mehmet), es trasladado a Tokat (la prisión) para un tipo de enseñanza diferente, le enseñarán a torturar. (Mi humilde opinión es que fue en este lugar donde el joven Vlad quedo tan profundamente impactado por lo que vivió que se puede decir que los mismos otomanos crearon su propio demonio).

Con los asesinatos de su padre y de su hermano mayor, este último enterrado vivo, vuelve a reclamar su corona como príncipe de Valaquia, teniendo que enfrentarse a los boyardos (nobleza local) que no estaban muy de acuerdo en que alguien criado por el enemigo fuera ahora su gobernante.

¡Otra vez estoy contando la novela, no puedo evitarlo! Ya sólo me resta decirles que esa no fue ni la única vez ni la única traición a la que tuvo que enfrentarse el pobre Vlad. La historia está plagada de las intrigas, traiciones, desengaños e hipocresías que encontramos en todas las novelas que incluyan realeza y porque no, en la vida misma.

Esta novela me ha gustado mucho, igual había simpatizado con el Drácula de Bram Stoker (por razones totalmente distintas) pero si la mitad de lo que está escrito en la novela es cierto entonces nuestro atemorizante Drácula era tan humano como cualquiera y como tal expuesto a las mismas tribulaciones.

Hasta la próxima y que tengan una buena lectura.

Marieru

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